Los despachos de abogados, tanto grandes como pequeños, reciben decenas de candidaturas para puestos junior cada año. Por eso, es crucial entender qué cualidades y competencias valoran más en los candidatos que aún no tienen una carrera profesional consolidada. Aunque el expediente académico tiene su importancia, no suele ser el único factor determinante.
Una de las características más apreciadas es la actitud: disposición para aprender, humildad, capacidad para trabajar bajo presión y espíritu colaborativo. Los despachos buscan jóvenes que no solo tengan conocimientos, sino que encajen con la cultura del equipo y muestren compromiso con la profesión. La motivación y el interés genuino por el área de práctica del despacho son señales muy bien recibidas.
Además, la capacidad de redacción jurídica es imprescindible. Muchos procesos de selección incluyen pruebas prácticas donde se evalúa cómo redactas una demanda, una nota jurídica o un informe para cliente. Dominar el lenguaje jurídico, argumentar con claridad y adaptar el tono a cada situación es una competencia que puede marcar la diferencia.
Por último, habilidades como el dominio de idiomas, especialmente inglés, el manejo de bases de datos jurídicas y la experiencia internacional (aunque sea en forma de Erasmus o prácticas en el extranjero) también suman puntos. Los despachos no esperan un abogado experto, pero sí un profesional en formación con potencial, responsabilidad y ganas de crecer.
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